Se denomina soldadura en frío al fenómeno de poder unir principalmente piezas a mecanizar metálicas del mismo material a temperatura ambiente de tal manera que la unión sea muy similar a la soldadura "normal", de ahí proviene también el término.
Este fenómeno se descubrió en la década de 1940.
Las uniones de soldadura por presión en frío se hace a alta presión y, al contrario que con otros métodos de soldar, por debajo de la temperatura de recristalización de las piezas individuales. Ambas piezas permanecen en estado sólido pero se necesita una deformación plástica con un estrecho acercamiento de las superficies de contacto. Con el intenso contacto de ambas superficies de las piezas a mecanizar se obtiene una unión estable.
Para obtener una buena unión se necesitan materiales con suficiente conformabilidad en frío (por ejemplo: cobre y aluminio entre sí y recíprocamente).
En casos individuales, una conexión también es apropiada para la conducción permanente de corriente eléctrica. Para ello es conveniente su desengrasado previo y desgarrar la capa de óxido de la superficie.
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